La Batalla de Puebla, Festividad Histórica del 5 de Mayo

La Batalla de Puebla se llevó a cabo el 5 de mayo de 1862 en la ciudad de Puebla durante la invasión francesa de México. El ejército francés intentó atacar el Fuerte de Loreto y Fuerte de Guadalupe, los cuales fueron triunfalmente defendidos por el ejército mexicano. Ésta fue una importante victoria para México y tuvo resonancia global debido a que los mexicanos derrotaron al ejército más experimentado de la época.

En aquella era y tras la Guerra de Tres Años, Benito Juárez había sido elegido como Presidente de México para el periodo 1861-1865 y el gobierno se encontraba sin recursos para atender los asuntos más prioritarios de la administración pública, el 91% de los ingresos era destinado a pagar la deuda externa y sostener el ejército.

En junio de 1861, Juárez anunció que suspendería durante dos años el pago a deudas públicas para poder nivelar su presupuesto y atender las necesidades básicas de la población. Esto se sumó a que los conservadores mexicanos, intentando recuperar el poder, habían recurrido a las cortes europeas con el fin de traer un príncipe extranjero para gobernar México.

El resultado fue el Convenio de Londres, firmado en octubre de 1861 entre España, Inglaterra y Francia en una Alianza Militar Tripartita, en el que acordaron invadir México. Aunque el motivo común era el pago de sus créditos, cada una de las tres naciones que se sumaron a este acuerdo tenía pretensiones e intereses particulares. Por ejemplo, España ya no tenía colonias, su comercio había decaído y deseaba recobrar parte de sus antiguos dominios; Inglaterra había extendido su imperio colonial por Asia y África y aspiraba extender sus dominios hacia América; Francia quería contener el avance de Estados Unidos mientras intentaba abrir nuevos mercados y establecer colonias mineras.

Los ejércitos de los tres países llegaron a México a principios de 1862, sus representantes enviaron un ultimátum al gobierno de Juárez, quien respondió manifestando su deseo de llegar a un arreglo amistoso.

Tras desembarcar en Veracruz, España e Inglaterra aceptaron las explicaciones mexicanas dadas en los Convenios de la Soledad fundamentadas en respeto a la soberanía territorial, reconocimiento de las naciones acreedoras a México y permitir que soldados de los tres países se establecieran en ciudades Mexicanas durante las negociaciones. Los representantes de España e Inglaterra comprendieron la situación de la República Mexicana y decidieron negociar de forma independiente con la autoridad mexicana y reembarcar hacia sus países de origen, lo cual le dio al gobierno de Juárez un gran triunfo diplomático. Pero Francia insistió en el pronto pago de la deuda, más intereses, incluyendo un cobro exagerado por Casa Jecker por concepto de los destrozos causados durante la Guerra de Reforma; aunado a exigir el control absoluto de las aduanas, intervenir en la política económica del país e imponer un gobierno monárquico en México. La representación francesa inició hostilidades, llevadas a cabo por el ejército de Napoleón III, con lo que inició la invasión francesa.

Al mando del ejército francés estaba el general Charles Ferdinand Latrille, Conde de Lorencez, quien partió de Veracruz en dirección a la ciudad de México. Laurencez creía que era fácil vencer al ejército mexicano, por lo que sin previa declaración de guerra ordenó atacar los fuertes de Loreto y Guadalupe, en Puebla. Este general había tenido grandes triunfos en otras batallas francesas y con gran soberbia le envió una carta al Mariscal de Francia Lannes: “Somos tan superiores a los mexicanos en organización, disciplina, raza, moral y refinamiento de sensibilidades, que le ruego anunciarle a Su Majestad Imperial, Napoleón III, que a partir de este momento y al mando de nuestros 6000 valientes soldados, ya soy dueño de México”.

En defensa, Juárez encargó al general Ignacio Zaragoza organizar al Ejército de Oriente. Zaragoza tomó el mando y se dirigió hacia Puebla. El 2 de mayo, el ejército francés se dirigió hacia la capital del país, pasando por la ciudad de Puebla y creyendo que allí serían aplaudidos por los opositores de Juárez porque la mayoría de sus habitantes eran partidarios de la intervención. Sin embargo, Juárez ordenó a Zaragoza atacar allí a los franceses. El general mexicano fortificó los cerros de Loreto y Guadalupe, con sólo 6,700 hombres escasamente armados y aun peor, la mayoría de la población, partidaria a la intervención, se negó a apoyar al ejército mexicano. Se dice que ante tal insolencia de la gente de Puebla, Zaragoza exclamó desesperado: “¡Qué bueno sería quemar Puebla, pero en la ciudad también hay criaturas inocentes!”.

Al finalizar la batalla, los franceses contaron 476 muertos y 512 heridos. El ejército mexicano sólo perdió 83 hombres, con 250 heridos y 12 desaparecidos.

Aunque la guerra no terminó allí, sino 5 años después en 1867, la batalla de Puebla se convirtió en un símbolo de resistencia en contra de tropas invasoras. Este triunfó reforzó la identidad nacional y contribuyó a definir algunos de los principios fundamentales de la política exterior de México. También sirvió para despertar la simpatía de toda América y de los liberales Europeos. La prensa española, inglesa y francesa abogaba por el retiro de las tropas invasoras.

Artículo Producido por el Equipo Editorial Explorando México.
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