Celebración de Día de Muertos en Pátzcuaro, Michoacán

El Día de Muertos en México tiene sus orígenes en la época prehispánica, etnias como los Mexicas, Mayas, Purépechas, Nahuas y Totonacas lo celebraban en el noveno mes del Calendario Solar Mexica y era presidido por la Diosa Mictecacíhuatl (Dama de la Muerte).

La conquista espiritual impuesta por los españoles produjo un interesante sincretismo religioso. Una de las demostraciones más ricas de esta mezcla es la Noche de Muertos, donde el concepto indígena de la muerte juega con las ideas cristianas del “más allá”.

Se creía que los muertos necesitaban comida para llegar a su destino final, por lo que al morir se dejaba junto a ellos comida, agua, ofrendas y diversos objetos. Esta tradición se mezcló y adaptó al calendario cristiano en los días 1 y 2 de noviembre. El 1 de noviembre es Todos los Santos dedicado a los niños difuntos y el día 2 a los difuntos mayores. Se cree que en estos días los difuntos regresan a visitar a sus seres queridos.


El lago de Pátzcuaro y su isla Janitzio se ubican a 60 kilómetros de Morelia, capital de estado de Michoacán. Esta isla impresiona por la belleza de sus construcciones blancas con techos de teja roja.

El Día de Muertos es una alegre celebración, pero la Noche de Muertos se torna lúgubre al sonar de las campanas. Todos empiezan a aparecer, vestidos de negro, con ofrendas, dulces y panes que dejan sobre las tumbas, donde se sientan a llorar y rezar por sus muertos.

Según la leyenda, Mintzita era hija del Rey Tzintzicha e Itzihuapa era hijo de Taré y príncipe heredero de Janitzio. Su gran amor se vio frustrado por la llegada de los españoles conquistadores, quienes tomaron prisionero al padre de Mintzita. Itzihuapa intentó extraer el tesoro que se encuentra en el fondo del lago para intercambiarlo por la libertad del Rey Tzintzicha, pero fue sumergido y atrapado por las almas de los veinte remeros que resguardan el tesoro en las profundidades, convirtiéndose en el vigésimo primer guardián. En la Noche de Muertos, todos los guardianes del tesoro despiertan y suben la cuesta de la isla. Los Príncipes Mintzita e Itzihuapa van al panteón para recibir las ofrendas de los vivos.

Durante toda la noche se hace sonar la campana colocada en la entrada del panteón para convocar a las almas a la gran ceremonia y en toda la isla se escuchan los cantos purépecha implorando por el descanso de las almas ausentes y la felicidad de los vivos. Participar en este evento ha sido un deber sagrado durante siglos para los habitantes de la isla.

Para quienes visitan la isla en esta noche tan especial se recomienda disfrutar el concierto en la Basílica de Nuestra Señora de la Salud y ver la puesta en escena de Don Juan Tenorio, en el Exconvento Franciscano.

Los purépecha son generosos y permiten que los foráneos se acerquen a sus tradiciones pero la mejor forma de sentirse parte de la comunidad es llevando alguna ofrenda como pan, flores o velas. Michoacán es uno de los estados con más riqueza artesanal de México y durante la semana de fiestas de muertos se instalan tianguis artesanales que permanecen activos todo el día y hasta altas horas de la noche.




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Artículo Producido por el Equipo Editorial Explorando México.
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Foto Portada: Jaec