Sarapes de Saltillo

Tal vez el término ‘globalización’ nos suene a un concepto de la época actual como resultado de la era informática que trajo consigo la aparición del Internet y el desarrollo tecnológico propiciado por la aparición de las computadoras, satélites y demás artefactos que reducen las distancias y nos permiten conocer de cerca lugares y costumbres de países remotos.

Sin embargo, podemos decir sin temor a equivocarnos que esta globalización existe desde tiempos pasados y que se ve plasmada en la conjunción de diseños, colores, técnicas de elaboración y uso de materiales en muchas de las actividades artesanales y folclóricas de los pueblos y culturas de diferentes regiones del mundo.

En el México prehispánico, el arte de la elaboración de prendas textiles logró un desarrollo digno de alabarse. Sin embargo, la colonización española trajo consigo un agregado tanto en los materiales como en los diseños de las prendas, al fusionarse para dar lugar así al uso de prendas que combinaban detalles de ambas tendencias.

Los sarapes de Saltillo son una prueba fehaciente de la fusión de diferentes técnicas de hilados, diseños, colores y uso de materiales provenientes de variadas y distintas culturas que influenciaron su diseño y colorido. Aunque no se tiene la certeza de dónde y cuándo se inició la elaboración de estas prendas - utilizadas inicialmente por campesinos y caballerangos de las labores de las haciendas - resulta claro observar los detalles que la influencia de diferentes culturas les otorgaron en sus diseños más clásicos.

La fusión de las prendas indígenas con los diseños españoles – a su vez influenciados por la cultura árabe – se vio también enriquecida por las comunidades musulmanas que llegaron a nuestro país, con amplios conocimientos en las técnicas de tejidos de lana y diseños geométricos característicos de los tapetes persas. El oriente aportó a los sarapes el uso del hilo de seda.

El resultado de esta fusión de culturas en una prenda de vestimenta dio lugar a los sarapes de Saltillo, los cuales, además de usarse como prendas impermeables y protectoras del frío invierno, se utilizan también como elementos de decoración que se exhiben en las paredes de las casas mexicanas desde tiempos inmemorables. El alcance de su influencia traspasó nuestras fronteras llegando a muchos países de Latinoamérica, así como al suroeste de los Estados Unidos.

El auge de estás obras de arte textil se dio principalmente durante los siglos XVIII y XIX, convirtiéndose en objetos de gran valor por el tramado de sus hilos de lana, seda y algodón en una densidad que los convierten en magníficos conservadores del calor. Con el correr de los tiempos, las dimensiones y diseños de los sarapes de Saltillo han sufrido modificaciones, pero aún en la actualidad son apreciados por su belleza y calidad de manufactura, al grado que la técnica de elaboración ha sido imitada en diversos países del mundo.

Además de convertirse en todo un símbolo nacional mexicano, el sarape se ha utilizado como objeto de valor folclórico de nuestro país. Ha sido considerado como una prenda digna de admiración por nacionales y extranjeros y ha llegado a convertirse en regalo de gran estimación para personalidades que vienen a nuestro país en visitas diplomáticas y de estado.

Saltillo es famoso internacionalmente por la producción artesanal de sus maravillosos sarapes y aunque en la actualidad se producen en varios estados de la república mexicana, no cabe duda que el sarape no tiene su nombre completo si no se une al de esta ciudad capital del estado de Coahuila, en el norte del país.

Cuando visites Saltillo, ciudad con mas de 400 años de haber sido fundada, te sorprenderás al constatar las maravillas artesanales que los tejedores de estas increíbles prendas son capaces de plasmar en sus coloridos y muy mexicanos diseños. El sarape de Saltillo - resultado de la fusión de culturas – es una prenda ‘mexicana’ por excelencia.




Artículo Producido por el Equipo Editorial de Explorando México.
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