Acolman, Estado de México

La conquista española trajo a nuestro país no sólo la colonia con su evangelización y arquitectura europea, sino que propició una fusión que con el correr de los siglos se ha transformado en un elemento que convierte en ‘mágicos’ a ciertos lugares, que por sus costumbres, tradiciones indígenas y fusión con la cultura de los colonizadores dan como resultado pueblos y espacios con un esplendor que los caracteriza y los convierte en sitios de ensueño espiritual, cultural y arquitectónico.

Sin duda alguna, uno de estos espacios de fuerte energía mística y esotérica es Acolman, en el Estado de México. Antes de la llegada de los colonizadores españoles a nuestro país, era ya un pueblo que gozaba de importancia e independencia bajo el reinado de Netzahualcoyotl.

La conquista y posterior colonización cambió para siempre las costumbres y tradiciones de este pueblo de importancia comercial y estratégica para los indígenas de la época. Sin embargo, el resultado es sorprendente y de una magnificencia que vale la pena descubrir poco a poco, dejándose envolver por el misticismo de sus ex-conventos, iglesias, parques y rincones plagados de elementos que le dan al pequeño poblado esa personalidad única en su tipo.

Ubicado en el Estado de México, se puede accesar al pueblo de Acolman por la carretera que lleva a las Pirámides de Teotihuacán, desde donde puede observarse la fortaleza del siglo XVI que dio cabida al exconvento de San Agustín. Esta edificación española con su arquitectura característica de la época, fue el hogar de los frailes que vinieron a ocuparse de la catequización de los indígenas de la Nueva España, además de dar cobijo a innumerables obras de arte, reliquias, pinturas y murales que han quedado como prueba fehaciente de los quehaceres y de la fe religiosa de sus moradores.

Algunas de las obras que sobresalen por su valor artístico son: La arquitectura del edificio, con su fachada de estilo plateresco sombrío, con un alto grado de perfeccionismo en la ejecución y elaboración de los elementos que la componen; una cruz tallada en piedra por artesanos que la convierten en una pieza de invaluable valor artístico; una réplica de la famosísima escultura de La Piedad; variados objetos de arte y pinturas al óleo, así como cerámica indígena de la época.

El ex-convento se comenzó a construir en el año de 1539 y se concluyó la obra en 1560, por la tercera orden de frailes Agustinos, quienes recién llegaban de España para iniciar su catequización en el nuevo continente. Después de sufrir una serie de inundaciones durante un largo período de tiempo, el exconvento fue abandonado y luego rescatado para convertirse en lo que es en la actualidad: el Museo de Arte e Historia o Museo Agustino, en donde permanecen objetos que dan fe de la increíble historia de este mágico lugar. Pinturas, documentos, libros antiguos, esculturas, cerámica y arte sacro conforman una de las colecciones más importantes que dan fe del nacimiento de nuestro país y la fusión entre dos culturas diferentes antagónicamente.

Se dice que fue en Acolman en donde nacieron las famosas ‘posadas’ que se celebran año con año durante el período de festejos navideños en nuestro país. Una gran fiesta que incluye ceremonias religiosas y espectáculos de música, danza y festejos folclóricos como el concurso de piñatas es, sin duda alguna, uno de los atractivos más fuertes de este maravilloso lugar. Esta fiesta – conocida como la Feria de la Posada y la Piñata - se realizan cada año, del 16 al 24 de diciembre.

No esperes más para venir a conocer los detalles de la historia, la arquitectura y el arte indígena/español en una combinación con tradiciones folclóricas, resultado de la fusión entre dos pueblos separados por creencias religiosas, desarrollo cultural y un océano de por medio, que dan se traducen en una increíble experiencia de misticismo, magia y esplendor sin igual. Acolman te espera para conquistarte con sus encantos.

FOTO: jabbusch
Artículo Producido por el Equipo Editorial de Explorando México.
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