La Leyenda de La China Poblana

Cuentan los cronistas que en 1609 nació la princesa Mirnha en India. Un día paseando por la playa, fue tomada prisionera y llevada a Manila en las Islas Filipinas. El marqués de Gálvez, virrey de México, encargó al gobernador de Manila “la compra de esclavas de buen parecer y gracia para el ministerio de su palacio”. La princesa fue sigilosamente embarcada para la Nueva España en 1620. Primero llegó al puerto de Acapulco en la Nao de China, vistiendo un exótico vestido de ricos bordados y lentejuelas. Era la primera vez que una mujer con rasgos orientales se veía en esas latitudes, la empezaron a llamar “china”, sin importar que fuera de origen hindú.

Fue comprada por la familia Sosa de Puebla, quienes la bautizaron y educaron cristianamente con el nombre de Catarina de San Juan. Pronto la casaron con un esclavo de origen chino, Domingo Suárez, con el cual se rehusó a hacer vida marital.

Catarina se hizo muy popular por su belleza y manera muy peculiar de vestir, a la usanza hindú, lo cual otras mujeres empezaron a imitar y se mezcló con el estilo indígena, creando el traje típico que se conoce como de China Poblana.

En 1624 Mirra obtuvo su libertad, pero también con ello quedó en la calle. El Padre Pedro Suárez la recogió y Catarina vivió hasta su muerte en 1688, a los 82 años, en la humildad de la vida eclesiástica. En el Convento de Santa Catalina logró fama de santa. Para detener esta adoración, la Santa Inquisición prohibió la reproducción de sus retratos. En la Iglesia de la Compañía, en Puebla, hay una lápida sobre los restos mortales de Catarina de San Juan.

El atuendo tradicional de la China Poblana se compone esencialmente de rebozo, blusa y zapatillas. La blusa lleva bordados de chaquira en vivos colores y es de manga corta. La falda consta de dos secciones: la superior en seda verde y la inferior con bordados en lentejuela formando flores, aves y mariposas multicolores. El peinado es de dos trenzas con raya en medio y lo rematan moños de listón. Las zapatillas son forradas en seda verde o roja.

Muchos consideran que la leyenda de la China Poblana no es más que leyenda, pero la tradición ha conservado el traje y sigue siendo usado a través de los siglos por las mujeres mexicanas.

Artículo Producido por el Equipo Editorial Explorando México.
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